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El Colegio de Periodistas considera desafortunada e inoportuna la Medalla de Andalucía para Antonio Caño

El Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía (CPPA) quiere manifestar su contrariedad por la concesión de una de las trece Medallas de Andalucía al periodista jiennense Antonio Caño por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía.

El CPPA entiende que se trata de una decisión desafortunada e inoportuna. Sin entrar a valorar, ni poner en duda los méritos y valía profesional del actual director de El País en su carrera periodística, siempre sometidos a diferentes opiniones y puntos de vista, lo que está fuera de discusión es que Antonio Caño ha sido una de las cabezas visibles de una empresa que ha desmantelado hace apenas dos años la edición regional de su periódico. Por ello, parece a todas luces inapropiado que se premie a quien ha eliminado su aportación más diferenciada a la Comunidad Autónoma.

El Colegio Profesional no hace más que  hacerse eco del descontento que han manifestado muchos de sus miembros y otros colegas de profesión ante una decisión que no está suficientemente justificada. Para muchos de ellos esta medalla en la actual situación de precariedad es una manera de respaldar una política empresarial de cierres, despidos y recortes.

La cabecera de El País es historia del periodismo a nivel nacional e internacional y su contribución le ha convertido en un referente innegable para quienes lo ejercemos. Precisamente por ello, esta Medalla, en la coyuntura actual, y particularmente tras llevar al paro en 2015 en Andalucía a gran parte de su plantilla, llega en un momento inoportuno y avala una política, desgraciadamente generalizada en los Medios, de despidos y recortes.

El CPPA es consciente de que las empresas de comunicación han de mirar por su propio beneficio y no es tan ingenuo como para pensar que el periodismo de calidad va a primar en las decisiones empresariales por encima del rendimiento económico. Pero defendemos que la apuesta por contar con profesionales sobre el terreno termina siendo rentable además de reportar un beneficio social. Concesiones como ésta por parte de administraciones públicas contradicen nuestras tesis y perjudican a uno de los colectivos que, no olvidemos, ha sido de los que más empleo ha visto destruido en los últimos años.

Con anterioridad, desde el CPPA ya hemos advertido de las nefastas consecuencias que acarrea la deslocalización a la hora de informar. En este sentido compartimos y hacemos nuestras las palabras de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en la entrega de los Premios Andalucía de Periodismo el pasado mes de diciembre, que abogaba porque “lo que pase en esta tierra se cuente desde aquí”. Una afirmación poco congruente con lo que representa esta concesión.

Editorial: Defensa de la infancia

Escribo estas palabras el 20 de noviembre, una fecha para no olvidar nunca, porque es la que Naciones Unidas designó como Día Universal de los Derechos del Niño. Voy directo al grano. Los periodistas caemos con cierta frecuencia en tres errores a la hora de publicar sobre asuntos de Infancia: el uso de la imagen infantil como recurrente de una tercera; la invisibilidad de los problemas diarios que viven los niños y, por último, pensar que son adultos con menos edad, simplemente. Nótese que lo fácil para mí sería decir que “los medios caen con cierta frecuencia en tres errores” y con eso salvaría un tanto la responsabilidad de los profesionales. Pues, reconociendo obviamente que puede ser así, prefiero pensar que cada periodista, a la hora de ponerse al teclado, puede hacer algo siempre por mejorar esta situación. Y a esta posibilidad me remito siempre. Cada uno en su sitio, en su día a día, siempre puede hacer algo.

Digo que se usa la imagen infantil como recurrente de una tercera porque a menudo el niño aparece como gancho de alguna acción, normalmente de carácter comercial. Esta Navidad lo vamos a ver. Me produce cierto desánimo ver a niños presionados para que digan, con su mirada y boquita feliz, lo que les van a traer los Reyes, con imágenes de colas y carritos llenos de artículos.

Afirmo que hay invisibilidad de los problemas diarios que viven los niños porque sencillamente no los tenemos en nuestras agendas de trabajo. Fuera del mundo de la violencia en sus distintas formas y los momentos estelares, como el inicio del curso; los niños están fuera de nuestras opciones. Tenemos que superar esa idea de que la Infancia no puede ofrecer una temática adecuada para el día a día de los medios. Nos sorprenderíamos de sus muchas posibilidades y el tirón de audiencia que supondrían.

Y la tercera afirmación es que tendemos a pensar que los niños son adultos con menos edad, con lo que nos adentramos peligrosamente contra sus derechos a la intimidad y buen nombre y a veces los presionamos para que sus respuestas sean tan coherentes como las de una fuente autorizada. Eso es imposible, porque son niños. Se están formando como personas y necesitan tiempo, intimidad y mucho apoyo.

No tendremos una sociedad mejor sin una infancia “blindada” en el mejor sentido de la palabra. Como periodistas estamos obligados a ser receptivos con un sector de la población que es, precisamente, el que más nos necesita y al que menos miramos, salvo que la violencia les destruya o la economía consumista los demande como imagen de atracción. Este 20 de noviembre es más necesario que nunca. No otros 20 de noviembre, que ya son historia, por mucho que algunos periodistas deslicen ideas contrarias.

Antonio Manfredi

ex decano del CPPA

Editorial: La crisis de los medios también es crisis de los periodistas

El mundo del periodismo está en crisis, como lo ha estado siempre. No es nada nuevo. Pero esa crisis no se refiere solo a las empresas periodísticas, a su modelo de explotación y gestión, sino también al modelo profesional donde no es que hagamos autocrítica es que somos tan críticos con nuestro colectivo que muchas veces rozamosel cainismo. La crisis de las empresas periodísticas tiene un componente exógeno y otro propio, endógeno. La económica que afecta o ha afectado a casi todos los sectores y la propia porque los empresarios se metieron en la aventura audiovisual como la panacea para ganar dinero e influencia y reventaron los fondos de reservas y también porque se han topado de frente con el periodismo digital y saben que eso les cuesta dinero como el papel pero nadie se atreve a dar el primer paso para cobrar el servicio. El periodismo no es gratis y al final esta disfunción la están pagando los profesionales del periodismo. A ver si los empresarios aclaran ya de una vez por qué modelo apuestan.

En ese escenario pantanoso estamos nosotros, con nuestra endogamia, con nuestra desunión, con esa crítica sin paliativos al corporativismo, sin matices. Esta ha sido siempre en nuestro colectivo la palabra maldita: el corporativismo. Y claro los poderes políticos y económicos se frotan las manos. Los periodistas, que somos los que creamos opinión pública, que es la que gana o pierde las elecciones, estamos desunidos ¡ah¡ porque no somos corporativistas. Fantástico. Así que a la crisis de las empresas se une la propia de los periodistas, aunque esta última es de siempre. Como también es de siempre que casi nunca hemos visto una medida de presión general del mundo del periodismo contra los abusos de las empresas o de las instituciones. Ni siquiera el detalle de abandonar una rueda de prensa cuando un político no admite preguntas. Ya lo decía Unamuno, “La búsqueda del pan desune”. Un poquito de corporativismo, solo un poquito y moderadamente, sería suficiente para combatir al unísono tanta precariedad, sueldos de pena, condiciones laborales deprimentes. Y la contínua espada de la provisionalidad en el empleo. Si nosotros no nos defendemos, no vendrá nadie a hacerlo.

El panorama se complica cuando en este país salen al año miles de licenciados y graduados en periodismo; gente con una preparación universitaria y académica excelente que se topa con un mercado laboral sin capacidad para absorber tanta mano de obra. Y cuando la mano de obra sobra la primera consecuencia lógica es que se abarate. Y si a eso le unimos los becarios y los contratos de prácticas, entonces nos encontramos con redacciones fantasmas. Y las empresas siguen frotándose de nuevo las manos porque aquí, todavía, no nos hemos enterado que tenemos que caminar unidos.

Lo siento si me ha salido un artículo poco alentador, pero para solucionar nuestros problemas hay que contarlos primero. Con claridad.

Rafael Salas Gallego

Presidente de la Demarcación Territorial del CPPA en Málaga.

Editorial: Un señor de Triana

Me gusta el barrio de Triana, en Sevilla. Buen ambiente. Buenos bares. Buenos y competitivos comercios. Atención casi familiar. Respeto a las tradiciones y presencia, al mismo tiempo, de una juventud que se abre paso, a pesar de la que está cayendo. Si, Triana es un barrio como muchos de toda Andalucía, donde la gente es normal y lucha a diario por salir adelante. Yo digo Triana, pero podría decir muchos otros barrios de ciudades y pueblos de Andalucía.

El ciudadano corriente y moliente. Las familias luchando a brazo partido por salir adelante. Y una estructura de medios de comunicación que les ofrece visiones de una realidad que, en teoría, debería ayudarles en ese afán de seguir adelante. Debería dotarles de herramientas para entender una realidad cambiante, que está dejando a muchos ciudadanos fuera de juego, sencillamente porque es muy difícil entender y asumir modelos sociales tan complejos.

Los recientes acontecimientos electorales me llevan a pensar que estamos equivocados en este camino. Que no estamos los medios dotando de esas herramientas a los ciudadanos; es más, estamos enterrando la brújula en muchas ocasiones, generando una supuesta realidad que, como ha ocurrido recientemente, estaba muy distante de corresponderse con la verdadera. Y lo que es peor, comprobada esa diferencia, el ejercicio ahora es justificar la de hoy, con otra suerte de sortilegios que siguen condenando al ciudadano a este espectáculo tan poco gratificante.

Y para colmo Italia acaba con España en la Eurocopa. ¿Cómo es posible? Si resulta que éramos la grande entre las grandes, sin competencia alguna. Legiones de periodistas convenciendonos de que de nuevo íbamos a arrollar. Y pese a que en los primeros partidos ya se veía venir la debacle, la opinión publicada insistía en que no era más que un bache, que el gran momento llegaría. Y nunca llegó. Ahora, momento para justificar y conseguir así que los patrocinadores sigan financiando este club de excluyentes en el que los ciudadanos empiezan a ser un mero accidente.

Antonio Manfredi

Exdecano CPPA